miércoles, 7 de julio de 2021

Prácticas del lenguaje.

 

Hola chicos. Espero que se encuentren todos bien. Esta semana trabajaremos con un relato tradicional llamado “ Gilgamesh y la inmortalidad“. Deberán leer el relato y resolver las actividades.

a- En el inicio del cuento, se muestra a Gilgamesh en un estado de profunda tristeza .¿Por qué llora? ¿Qué lo atemoriza? ¿Por qué decide ir en busca de Ut-Napishtim y su mujer? ¿Cómo los conocía?

b-¿Cómo logra encontrar a los inmortales? Para responder ayúdate haciendo un listado de los personajes con los que se encuentra a lo largo de su búsqueda y las dificultades que debe superar en el camino.

c-¿Cuál era el “secreto“ de Ut-Napishtim y su mujer? ¿Finalmente, ayudan a Gilgameshen su deseo de ser inmortal ? De ser así, explica en tu carpeta brevemente cómo lo hacen .

d-¿En qué situaciones se muestra a Gilgamesh con fuerza de voluntad?

e-¿Cuándo parece desanimarse?

f-¿Por qué Gilgamesh no logra ser inmortal?

g-¿Qué aprendió, según el narrador, a pesar de no haber conseguido lo que buscaba?

EL RELATO TRADICIONAL

Desde tiempos remotos, los seres humanos acostumbran crear historias para entretenerse y compartir en comunidad.

Junto con los mitos, las leyendas y las fábulas, los relatos tradicionales son parte de esas primeras historias que todavía se siguen contando.

Anónimos y populares, los relatos circularon “de boca en boca“ y llegaron hasta la actualidad a través de compiladores que las reunieron en libros.

Las partes del relato.

Los relatos tradicionales poseen una estructura narrativa en la que podemos identificar tres partes: - Una introducción o situación inicial: el cuento se inicia ubicando los hechos en un lugar y un tiempo, y presentando de manera rápida y sencilla a los personajes. Por ejemplo, la primera oración del relato que leíste permite conocer al protagonista y el difícil momento que está atravesando.

-Un conflicto o complicación: en el relato aparece un obstáculo o problema que el protagonista debe superar. En los cuentos tradicionales, en general, este obstáculo se supera al final del relato. En Gilgamesh y la inmortalidad, el conflicto surge a partir del deseo de vivir eternamente que lleva al protagonista a iniciar un largo viaje.

-Una resolución: el conflicto se resuelve a favor o en contra del protagonista. Por ejemplo, Gilgamesh retornará sin el secreto de la inmortalidad.

Luego de leer la información de esta página, respondan en sus carpetas:

a. ¿ Qué pruebas debe superar Gilgamesh?

b. El Gilgamesh del final es el mismo que el del principio? Justifica tu respuesta.

c. ¿Todas las situaciones presentadas en el relato pueden suceder en el mundo que conocemos?  Ejemplifiquen

d. ¿Consideran que el conflicto se resolvió a favor o en contra de Gilgamesh?


Gilgamesh y la inmortalidad

Durante siete días y siete noches lloró Gilgamesh a su amigo Enkidu. Y solo entonces comprendió que la muerte era posible, era cercana, era para todos. Por primera vez en su vida, tuvo miedo.

Gilgamesh había oído hablar de Ut-Napishtim y su mujer, los Inmortales. ¿Cuál era su secreto? Solo sabía que vivían más allá de la montaña Mashu, y hacia allí partió.

En Mashu, dos guardianes le cerraron el paso. Eran el Hombre-Escorpión y su mujer. Sus horribles cabezas chocaban con el cielo y con el pecho tocaban los Infi ernos.

–¡Este que se acerca tiene el cuerpo de un Dios! –dijo el Hombre-Escorpión.

–Parece un dios. Pero tiene un tercio de hombre –dijo la Mujer-Escorpión– ¿A qué has venido?

Gilgamesh ocultó su terror y se atrevió.

–Quiero preguntarle a Ut-Napishtim sobre la vida y la muerte– dijo Gilgamesh.

–La inmortalidad no es para ti –dijo el Hombre Escorpión–. Pero si insistes en ir, tendrás que atravesar doce leguas de oscuridad en el corazón de la montaña.

Y Gilgamesh atravesó la montaña en la oscuridad más absoluta, sin ver nada adelante y nada atrás.

Por fin llegó a una taberna. Siduri, la vendedora de cerveza, vio llegar a un desconocido polvoriento, vestido con una piel de fiera y quiso atrancar la puerta. Gilgamesh se lo impidió.

–No temas, Siduri, mi nombre es Gilgamesh y solo quiero que me digas cómo llegar hasta Ut-Napishtim para que me enseñe cómo alcanzar la inmortalidad.

–No seas tonto, Gilgamesh –dijo Siduri, cuando supo lo que buscaba– Disfruta de los banquetes y las diversiones, abraza a tu hijito y a tu mujer mientras te dure la vida. ¡Ese es el destino de los humanos!

Pero cuando comprendió que no lo haría cambiar de idea, le indicó cómo encontrar a Urshanabi, el barquero de Ut-Napishtim.

–Urshanabi, ayúdame –rogó Gilgamesh–. Mi amigo ha muerto y yo no sé cómo callar, no sé cómo gritar. Quiero hablar con Ut-Napishtim, el Inmortal.

–Te llevaré navegando hasta las Aguas de la Muerte –contestó Urshanabi–. Allí ya no se rema: una sola salpicadura nos mataría. Nos impulsaremos con pértigas. Apenas uses una, debes soltarla para no mojarte. Corta con tu hacha ciento veinte ramas para usar como pértigas.

Pero estaban todavía sobre las Aguas de la Muerte cuando las pértigas se terminaron. Entonces, Gilgamesh se quitó su túnica y la usó como vela.

Desde la orilla observaba, sorprendido, Ut-Napishtim, el Inmortal.

–¿Quién viene en esa nave, que es y no es un hombre?

–Soy Gilgamesh. Atravesé mares y montañas para preguntarte por el secreto de la vida eterna.

–¿Acaso construimos casas para siempre, Gilgamesh? ¿El odio o el amor son para siempre? ¿Los pájaros vuelan para siempre? Los que duermen y los muertos se parecen entre sí: no hay diferencias entre un rey y un mendigo. Esa es la decisión de los dioses.

–Ut-Napishtim –dijo Gilgamesh– te veo igual a mí. Eres un hombre. ¿Cómo conseguiste la inmortalidad?

–Te contaré algo que ningún otro mortal conoce. Ea, el Dios de los Dioses, me ordenó construir un arca. Hice subir a bordo a toda mi familia y una pareja de cuantos animales existen sobre la tierra. Entonces empezó el diluvio. Seis días y seis noches duró la terrible tormenta. El séptimo día se abrieron los cielos. Todo estaba cubierto por las aguas. Mi arca quedó encallada contra el monte Nisir. Cuando resurgió la tierra sobre el inmenso mar, abrí el arca para que todas las especies vivientes volvieran a poblarla. Porque salvé tantas vidas, los dioses me
dieron la inmortalidad. Jamás volverá a suceder.

Y así supo Gilgamesh que no había secreto, que Ut-Napishtim era inmortal solo por un regalo de los dioses. Lo vencieron el sueño, el cansancio y la desilusión. Y se quedó dormido.

–Míralo –dijo Ut-Napishtim a su mujer– Quiere ser inmortal y ni siquiera es capaz de resistir el sueño.

Gilgamesh durmió durante seis días y seis noches, y al despertar, volvió a preguntar.

–¿Qué puedo hacer, Ut-Napishtim? ¿Cómo volver con las manos vacías?

La esposa de Ut- Napishtim le rogó a su marido que no lo enviara de vuelta sin darle un regalo.

–Te daré algo de lo que buscas, Gilgamesh –dijo Ut- Napishtim–. En el fondo del mar hay una planta espinosa que renueva el aliento de la vida y otorga la eterna juventud.

Gilgamesh y Urshanabi se pusieron en camino. Cuando estaban sobre las aguas del mar, Gilgamesh se ató a los pies dos piedras grandes y se hundió hasta el fondo. Encontró la planta y la arrancó. Cortó la soga con la que se había atado las piedras y volvió a la superficie.

–¡La llamaré “Lo viejo se vuelve joven”! –le dijo, lleno de alegría, a Urshanabi–. La llevaré a Uruk, mi ciudad, y la compartiré con todos.

Habían avanzado ya treinta leguas por tierra cuando Gilgamesh quiso bañarse en una fuente.

Mientras se estaba bañando, una serpiente, atraída por el olor de la planta, salió de su madriguera y se la llevó.

Cuando Gilgamesh se dio cuenta de lo que había pasado, sus piernas ya no lo sostuvieron. Cayó de rodillas al suelo y lloró desesperado.

–Todo fue inútil, Urshanabi. Nada pude hacer por los humanos. ¡He trabajado para el bien de la serpiente!

Desde entonces, a medida que crece, la serpiente cambia de piel y se renueva. Y mientras los humanos envejecen, la piel de la serpiente es siempre joven y flexible.
Gilgamesh volvió a Uruk sin el secreto de la inmortalidad. Pero en su largo viaje había conseguido, en cambio, la sabiduría necesaria para aceptar el destino de todos los humanos.